La hora feliz

                                                             

                                                                Foto Aaron Chang 

Hoy lunes podría decirse que se cumplió la máxima que dice “los mejores baños son los que no se pronostican”, la verdad que no contaba con divertirme tanto, sobre todo ya que sobre el papel hoy no anunciaban gran cosa. A eso de la una del mediodía estaba a punto de encender el coche y volver a casa, pero decidí en el último momento darle una oportunidad. No había nadie en el agua, una pareja en la arena y una chica en la distancia. Me puse el 4/3 –luego me arrepentí, pues sude como no recordaba hacerlo…- y allá me fui. Cuando llevaba media hora o poco mas, ya había perdido la cuenta de todas las olas que había pillado, no levantaban mucho pero abrían como hacía tiempo que no veía. Me sorprendí a mí mismo aguantando tanto segundos corriendo esas paredes. La llegada y posterior disfrute de tres derechas perfectas me llevo a preguntarme si habían instalado un wave garden y yo no estaba enterado. Era un continuo subir y bajar, el punto casi arriba de marea hacia que en apenas unas brazadas estuvieras en el sitio exacto y en el momento oportuno, creo que no llegue a permanecer más de un par de minutos esperando entre ola y ola, les iba a todas, el corazón subía de revoluciones pero yo quería más… Para colmo la superficie del agua tenía ese punto como el mármol, brillante, liso…, algo que más tarde adquiriría otro aspecto con la llegada de una ligera brisa.

Calculo que debieron ser 60 minutos de placer sin compartir, solo, sin preocuparme de ceder, sin preocuparme de molestar, sin preocuparme de nada, solo de disfrutar, luego se fueron incorporando más personas, pero ya no fue lo mismo, fue mi regalo del lunes, fue la hora feliz…