A
medida que pasan los años las cosas al igual que las personas van adquiriendo arrugas.
Muescas, síntomas de un uso prolongado, desgastes o simplemente un mal
funcionamiento. En el caso de las fotos suelen ganar enteros por lo que
significan, amigos o familiares que ya no están pero de los que guardamos esa
fracción de segundo impresa en un papel o en un disco duro. Por otro lado estaría
el asunto de los videos, escenas con imperfecciones propias y genuinas que no
han sido añadidas por ningún programa de retoque, ausencia total de definición
y de virguerías en cuanto a edición, pero que con el paso del tiempo han mejorado,
como esos vinos de reserva o como esas viejas películas del Hollywood más
dorado. A todo esto habría que añadir el valor sociológico que poseen estos
documentos, como se vestía, cuáles eran los peinados de la época, los automóviles
y sobre todo el estilo a la hora de manejar un tablón. Con todo esto no estoy
diciendo que reniegue de esos espectaculares productos visuales que disfrutamos
a golpe de click, así como del increíble
avance tecnológico en cuanto a cámaras y demás soportes digitales, simplemente
me pregunto qué tipo de fascinación me provocaran los videos de hoy de aquí a
20 años…
Muy
recomendable el visionado de las otras tres partes.
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