(foto Ralph Crane)
Esta tarde en el agua
me he sentido como el abuelo de Heidi,
allí rodeado de críos y anhelando poder arañar alguna ola. En esas esperas
entre series siempre hay tiempo para poner en orden las ideas y hoy entre tanta juventud me dio por divagar conmigo
mismo. Me preguntaba si no me estaré convirtiendo en una especie de Max Goldman, ese personaje al que daba
vida de forma magistral Walter Matthau en Grumpy
Old Men (Dos viejos gruñones 1993), en ocasiones hay quien me lo ha
sugerido y me temo que sea verdad. No sé, hay veces en que me molesta el griterío
de los críos, sobre todo cuando en alguna cafetería intento leer la prensa con
atención. Pero hoy sin embargo no fue así, me sentí a gusto entre ellos,
escuchando sus conversaciones intrascendentes, esbozando media sonrisa con su
entusiasmo cada vez que bajaban una ola y sobre todo congratulándome de que sus
caras radiaban felicidad. Una alegría provocada por un medio natural, sin
enchufes, sin 4G, sin cuotas…
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