No son muy habituales
para esta época del año las temperaturas que estamos disfrutando. Uno levanta
la persiana contempla ese cielo azul y enseguida empieza a considerar la
posibilidad de un baño. Un vistazo a las previsiones y a preparar el material.
Llegas a la playa y te cambias a la carrera. Buenas bajadas y buena compañía.
Entre serie y serie recibes esa caricia cálida en la espalda que hace las veces
de esas lycras calefactables. Sales cuando tus brazos comienzan esa resistencia
pasiva que te deja vendido en la puesta en pie. Al contrario que cuando
llegaste te cambias con toda la calma del mundo, el asfalto también ha recibido
la luz solar y no se muestra tan frio. Alguna charla comentando las jugadas. Llegas
a casa y recuperas fuerzas, cualquier cosa que te lleves a la boca te parecerá un
manjar. A la noche te acuestas y sueñas con volver a repetir…
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