(foto The Inertia)
Supongo que con el paso
de los años se nos va tranquilizando el carácter. El ímpetu va dejando lugar al
sosiego y se nos baja la cilindrada. Disfrutamos más del silencio que del bullicio,
apreciamos la tranquilidad y en ocasiones nos comportamos como solitarios
empedernidos. Es por ello que de un tiempo a esta parte no permito que nada ni
nadie perturbe ese deseado estado de ánimo, procuro e intento saludar con una
sonrisa y ante el asalto y la falta de educación opto por dar la espalda.
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