Foto Ralph Crane (Hawaii 1959)
Por lo general suelo
prestar atención a las fotos que ya tienen unos años. Si muestran paisajes urbanos
de tu ciudad te paras y compruebas como ha cambiado todo, ausencia de tráfico,
edificios ya desaparecidos, aspectos diferentes a la hora de vestir y demás. Cuando esas imágenes pertenecen a tu álbum particular
la reflexión va por otro lado. Si esa porción de tiempo ya tiene un par de décadas
el efecto de su visión puede ser
demoledor, ausencia de pelo, masa muscular
ya desaparecida, aspectos diferentes a la hora de vestir y alguna arruga. La
cosa esta de hacerse mayor tiene lo suyo. Además de ciertas pequeñas
alteraciones de tu aspecto luego está el asunto físico, este es quizás el que
peor se lleva, sobre todo si eres una persona a la que le gusta la actividad
deportiva. En definitiva se trata de asumir y saber encajar esa nueva etapa de
tu vida. Los golpes duelen más que antes, aquel exceso de energía y entusiasmo
ya no esta tan presente, los estados contemplativos son cada vez más habituales
y si antes te bebías los floreros ahora vas a gusto con dos copas.
No cabe duda de que
llegados a una edad aparece esa sensación de pánico. Empiezas a echar cuentas
de los años que has vivido y de los que esperas que te queden por vivir. Añoras
aquella infancia cuando las preocupaciones y los problemas se limitaban a las
cosas de tu barrio, la chica que te gustaba y poco más. No éramos europeos ni
falta que nos hacía, ni que decir tiene que por aquel entonces todavía no
formaban parte de nuestro vocabulario términos económicos que me niego a
reproducir por aquello del horario infantil. Para ir acabando, que esto de cumplir
años esta de puta madre. La verdad si me encontrase con el genio de la lámpara dudo
que entre los 3 deseos incluyese una vuelta atrás, como decía Anna Magnani…’Please don’t retouch my wrinkles. It took
me so long to earn them’
Jack O'Neill
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