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jueves, 2 de abril de 2015

La edad de la inocencia

(foto Ralph Crane)

Esta tarde en el agua me he sentido como el abuelo de Heidi, allí rodeado de críos y anhelando poder arañar alguna ola. En esas esperas entre series siempre hay tiempo para poner en orden las ideas y hoy entre  tanta juventud me dio por divagar conmigo mismo. Me preguntaba si no me estaré convirtiendo en una especie de Max Goldman, ese personaje al que daba vida de forma magistral Walter Matthau en Grumpy Old Men (Dos viejos gruñones 1993), en ocasiones hay quien me lo ha sugerido y me temo que sea verdad. No sé, hay veces en que me molesta el griterío de los críos, sobre todo cuando en alguna cafetería intento leer la prensa con atención. Pero hoy sin embargo no fue así, me sentí a gusto entre ellos, escuchando sus conversaciones intrascendentes, esbozando media sonrisa con su entusiasmo cada vez que bajaban una ola y sobre todo congratulándome de que sus caras radiaban felicidad. Una alegría provocada por un medio natural, sin enchufes, sin 4G, sin cuotas…

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