Cuando me cruzo con una de ellas suelo volver la cabeza. En invierno miras con cierta envidia -¿existe la envidia sana?...- al afortunad@ que al salir del agua tiene donde guarecerse, mientras tu, pobre miserable intentas evitar lo inevitable y proteges tu cabeza con la palma de la mano ante el temible raid de granizo que golpe sin piedad. En época veraniega sueles mirar con el rabillo del ojo al vecino para ver como la tiene por dentro.
Foto LeRoy Grannis
A decir verdad nunca se me paso por la cabeza el tener una, solo hasta que comencé con esto de las olas. Los que como yo –la mayoría, vamos…- tiramos de turismo hacemos malabares en más de una ocasión. Cuando el año pasado visite Pantín por primera vez, me quede sorprendido al ver como en el aparcamiento solo éramos 3 o 4 turismos, el resto todo furgos.
Yo no sé vosotros, pero creo que me identifico más con el segundo…
Da envidia. Yo o voy andando a la playa, con lo que me cambio allí mismo o en un c2. Cualquiera de las dos opciones, una mierda al lado de una furgo.
ResponderEliminarJeje... Hombre Victor, si vas a patas la tendras cerca supongo, que tampoco esta mal. Pero bueno, la furgo da muuuucho juego...
ResponderEliminarSaludos.